sábado, 6 de octubre de 2012


Olvidar que hay veces que la tristeza logra colarse por la ventana, sobre todo en estas noches de calor en que sólo queda dejarla abierta y que las luces de la ciudad entren a raudales en la habitación. Mirar las calles desiertas y darte cuenta que tu compañía para la soledad se encuentra muy lejos de aquí. Que no hay tantas estrellas, que me sobran los dedos para contar deseos. Que hay momentos en que vuelves a querer escapar, a dónde sea, el único requisito es no pensar, y no arrepentirse nunca. Esperar a que todo vuelva a estar en orden, escoger bien el andén y esperar un siguiente tren. Llenar la maleta de emociones que se quedaron impregnadas en millones de fotos, de nuevas ilusiones, y sobre todo de saber que a veces no necesitas de nadie más que de ti misma.